Los
que deberían indemnizarnos son ellos
Por:
José Rigane
No
alcanza con expropiar el 51% de las tenencias de Repsol. Es necesario ir más
allá, condenado el modelo energético vigente por 20 años de privatización y
avanzar sobre las otras transnacionales para recuperar soberanía energética. Es
la hora de pasar de la mercantilización a una concepción de derecho a la
energía. La sociedad debe empujar el cambio del modelo energético, no solo
contra Repsol, sino contra todos los monopolios transnacionales que operan los
hidrocarburos: Chevron, Petrobras, Total, Panamerican Energy, British
Petroleum, entre otras. La obligada expropiación no puede terminar en habilitar
concesiones a otras transnacionales. No se trata de identificar a Repsol como
el malo y a las demás empresas como las buenas.
Nuestra
posición apunta a la soberanía energética en el marco de la integración
regional contra la dependencia. Por ello sostenemos la socialización de YPF y
otras empresas, sin indemnización, sustentando la posición en la cuantiosa
remisión de utilidades al exterior durante la explotación privada y la
depredación realizada en los pozos concesionados. El pago en carácter
indemnizatorio y la compra al valor bursátil de las acciones sería un injusto
regalo de despedida para los saqueadores y grandes ganadores de un modelo
energético que ha fracasado en tanto solución para las necesidad populares y ha
sido un gran éxito en tanto estrategia de transferencia de capital para el
desarrollo de los países centrales. Más que inversión externa ingresada, Repsol
reproduce la lógica de inversores que remiten utilidades al exterior generadas
con super explotación de fuerza de trabajo local y depredación de recursos no
renovables.
¿Por
qué hay que pagar indemnización si lo que hicieron es vaciar YPF a tal punto
que hoy importamos petróleo y combustibles? No podemos pagar por lo que es
nuestro, es decir patrimonio social del pueblo de la Argentina. Mucho menos
cuando las privatizaciones estuvieron plagadas de corrupción, donde se falsificaron
los balances y se alteraron los informes sobre las verdaderas reservas con
fines especulativos. La realidad es que exportaron nuestras riquezas y recursos
de manera que se redujeron las reservas petroleras del 18 al 7 por ciento y en
gas del 30 al 7 por ciento en estos años. No se exploró y no se abrieron, ni
remodelaron, nuevas destilerías. Los que deberían indemnizarnos son ellos.
Nuestra
realidad es la perdida de la soberanía energética, y Repsol utilizó a YPF como
plataforma de expansión como operador transnacional.
La riqueza social generada con trabajo en Argentina es la base de sustentación
de las ganancias de Repsol, las que contribuyen a disimular la crisis española,
europea y mundial. La responsabilidad del saqueo no es solo de la
transnacional, sino también de los inspiradores originarios del proyecto
privatizador, y de sus continuadores por dos décadas. Es necesario señalar al
pacto de Olivos (el bipartidismo) que entrego el control de los recursos
naturales a las provincias para sellar la complicidad de los gobiernos
provinciales y el nacional, que en conjunto omitieron ejercer el debido control
sobre las empresas y sus concesiones, prorrogadas en estos últimos años. En
rigor, los poderes del Estado (ejecutivo, legislativo y judicial) son responsables
por subordinarse a la lógica de mercado de los capitales más concentrados.
Por
eso vemos con preocupación la conformación de una empresa de carácter mixto, el
mantenimiento de YPF como una sociedad anónima, que abre la puerta a los
negociados con el patrimonio del pueblo. La composición mixta siempre será
contradictoria con los intereses del pueblo. Es que las lógicas capitalistas de
ganancia son contradictorias con una proyección de la energía como bien
público. Mientras sigan los inversores privados continuará el criterio
economicista de mayor rentabilidad en el menor tiempo posible, y por lo tanto no hay ecuación posible que
nos permita usar la energía con un contenido altamente social. Estas son
nuestras razones para proponer una empresa socialmente gestionada, con el
Estado y la participación en la gestión de los trabajadores y la comunidad. El
carácter excedentario de YPF nos permite afirmar la posibilidad de una
eficiente gestión socializada. Sostenemos una YPF 100% PÚBLICA, NACIONAL Y
SOCIAL para el PUEBLO.
Se
trata de transformar la realidad, anulando las concesiones, volviendo la
propiedad de los recursos naturales a la nación, y realizando la reforma fiscal
necesaria que asegure recursos suficientes a las provincias para su gasto
social. Lo que está en juego es el derecho a la energía. Hay que terminar con
el ciclo histórico que trató todo como una mercancía. La educación, la salud,
la alimentación, la energía son derechos de la población.
La
región americana vive su tiempo histórico de recuperación de un proyecto
emancipador. Es hora de que el país asuma el compromiso de protagonizar esa
tarea en defensa de la soberanía y la integración regional, con un modelo donde
la energía sea considerada un valor estratégico, tratada como un bien social y
un derecho humano al que todos deben tener acceso. Esta no es una pelea con
España y Europa. Repsol no es española o europea. Los trabajadores españoles,
europeos y argentinos tenemos el mismo enemigo: el neoliberalismo, el
capitalismo; su modelo productivo y de desarrollo. Debemos preguntarnos el para
qué de la energía; ¿para qué y para quién producir petróleo? Hace falta
petróleo, gas, energía para un modelo productivo y de desarrollo alternativo,
que satisfaga las necesidades populares y no el objetivo de GANANCIAS. Es un
debate nacional, regional y mundial.
Buenos Aires, 20 abril de 2012
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