Inglaterra: el hacha, el fuego y el asco
“Tax and axe”, (“Impuestos y hacha”) titulaba un periódico británico hace un año, cuando comenzaron a conocerse los recortes presupuestarios y la suba de impuestos que detonaron por estos días el estallido inglés al sumarse a otras tensiones sociales preexistentes. Por entonces, ya con las primeras medidas de ajuste, se veía venir el actual caos. Sólo era cuestión de tiempo. Y de prestar atención a las canciones de los Sex Pistols.
Arde Inglaterra. Las imágenes que nos llegan desde aquella isla son muy parecidas a las que alguna vez nos conmovieron por estos pagos argentinos en 2001. Violencia y saqueos. Gente cargando bolsas con comestibles, personas empujando changuitos y saliendo de un supermercado, pero sin pasar por la caja.
La respuesta de las autoridades: represión y más represión. Heridos, detenidos, y la promesa de enviar más policías para “reestablecer el orden”, expresión que omite qué tipo de orden quiere preservarse. La realidad es la que completa la frase y sincera la cuestión: es el orden neoliberal, el que indica el achicamiento del estado y el recorte del gasto social en favor de los mercados, a cualquier costo.
“No hay futuro”, cantaba Johnny Rotten. Y unos señores elegantes y racionales, nada punk, aunque sí algo malhumorados (porque debieron suspender sus vacaciones de agosto) se están encargando de hacer realidad la oscura sentencia. El ajuste sumó más de medio millón de desocupados. El IVA subió del 17,5 al 20 por ciento. Se congelaron sueldos y se redujo en forma drástica el gasto social.
Arde Inglaterra. Las imágenes que nos llegan desde aquella isla son muy parecidas a las que alguna vez nos conmovieron por estos pagos argentinos en 2001. Violencia y saqueos. Gente cargando bolsas con comestibles, personas empujando changuitos y saliendo de un supermercado, pero sin pasar por la caja.
La respuesta de las autoridades: represión y más represión. Heridos, detenidos, y la promesa de enviar más policías para “reestablecer el orden”, expresión que omite qué tipo de orden quiere preservarse. La realidad es la que completa la frase y sincera la cuestión: es el orden neoliberal, el que indica el achicamiento del estado y el recorte del gasto social en favor de los mercados, a cualquier costo.
“No hay futuro”, cantaba Johnny Rotten. Y unos señores elegantes y racionales, nada punk, aunque sí algo malhumorados (porque debieron suspender sus vacaciones de agosto) se están encargando de hacer realidad la oscura sentencia. El ajuste sumó más de medio millón de desocupados. El IVA subió del 17,5 al 20 por ciento. Se congelaron sueldos y se redujo en forma drástica el gasto social.
“Que te orinen y destruyan”, dice la letra de Anarquía en el Reino Unido. Y son millones los ciudadanos británicos que se sienten hoy orinados, destruidos y sin futuro en medio del embate del capitalismo financiero. Muchos de ellos se están expresando a través del fuego en las calles de Inglaterra.
El primer ministro británico, David Cameron, anunció este martes que el número de policías se triplicará en Londres hasta llegar a los 16 mil efectivos, para contener los "asquerosos" disturbios y saqueos que sacuden a la capital de Inglaterra desde este sábado. En su primera declaración pública desde el inicio de los desmanes, Cameron prometió "restaurar el orden en las calles de Gran Bretaña y hacerlas seguras para aquellos que cumplen con la ley", según informó este martes la cadena BBC.
Hace algo más de un año, en su primer discurso como primer ministro, Cameron explicaba su concepto de “big society”: la responsabilidad individual como remedio a los problemas sociales. Sin eufemismos: un estado inexistente que transfiere su responsabilidad a los privados. Una suerte de sálvese quién pueda, ley de la selva, o anarquía en el Reino Unido. El resultado de la pretendida “big society” es el “big quilombo” que por estas horas se extiende por Inglaterra.
El fuego de las calles de Inglaterra responde a un complejo conglomerado de factores: recortes a la ayuda social, desocupación, suba de impuestos, derrumbe del poder adquisitivo, tensiones raciales, brutalidad policial, entre muchos otros que se suman y combinan de manera diversa. Sólo hacía falta un detonante, una chispa que caiga sobre el terreno reseco, presto para encenderse.
Los defensores del orden neoliberal ofrecen palos y mentiras. Pretenden sacar la situación de su contexto, deshistorizar, y apuntar a la presencia de bandas de delincuentes venidas de otros planetas.
El epicentro inicial de los disturbios, Tottenham, tiene el más alto nivel de desempleo de Londres y figura entre las diez áreas más pobres del Reino Unido, como señala Marcelo Justo en su nota “Recorte y desempleo” publicada este martes 9 de agosto en Página 12.
El barrio donde comenzaron los disturbios, se señala en la nota de Justo, experimentó una caída en su presupuesto equivalente a unos 60 millones de dólares. Los programas específicos para la juventud fueron reducidos allí en un 75 por ciento. La diputada laborista Dianne Abott, que representa al barrio de Hackney, señaló que "no se puede ignorar" este trasfondo de recortes en los servicios y desempleo creciente.
Pero el gobierno de Inglaterra, al igual que los de España, Portugal, Grecia e Italia, quiere tapar y borrar todo trasfondo, esconder el contexto, negar la historia, y señalar como delincuentes a los que saquean y queman negocios.
Otros delincuentes, prolijos, elegantes, racionales, condenan al hambre y la degradación a millones de personas. Nadie los ve, apenas se sabe de ellos. Son los que gobiernan de verdad, los que tienen la porción más grande del poder. Los gobiernos europeos trabajan para ellos, son sus fieles empleados. Los asquea la violencia, siempre que venga de abajo, claro.
por Pablo Bilsky
El primer ministro británico, David Cameron, anunció este martes que el número de policías se triplicará en Londres hasta llegar a los 16 mil efectivos, para contener los "asquerosos" disturbios y saqueos que sacuden a la capital de Inglaterra desde este sábado. En su primera declaración pública desde el inicio de los desmanes, Cameron prometió "restaurar el orden en las calles de Gran Bretaña y hacerlas seguras para aquellos que cumplen con la ley", según informó este martes la cadena BBC.
Hace algo más de un año, en su primer discurso como primer ministro, Cameron explicaba su concepto de “big society”: la responsabilidad individual como remedio a los problemas sociales. Sin eufemismos: un estado inexistente que transfiere su responsabilidad a los privados. Una suerte de sálvese quién pueda, ley de la selva, o anarquía en el Reino Unido. El resultado de la pretendida “big society” es el “big quilombo” que por estas horas se extiende por Inglaterra.
El fuego de las calles de Inglaterra responde a un complejo conglomerado de factores: recortes a la ayuda social, desocupación, suba de impuestos, derrumbe del poder adquisitivo, tensiones raciales, brutalidad policial, entre muchos otros que se suman y combinan de manera diversa. Sólo hacía falta un detonante, una chispa que caiga sobre el terreno reseco, presto para encenderse.
Los defensores del orden neoliberal ofrecen palos y mentiras. Pretenden sacar la situación de su contexto, deshistorizar, y apuntar a la presencia de bandas de delincuentes venidas de otros planetas.
El epicentro inicial de los disturbios, Tottenham, tiene el más alto nivel de desempleo de Londres y figura entre las diez áreas más pobres del Reino Unido, como señala Marcelo Justo en su nota “Recorte y desempleo” publicada este martes 9 de agosto en Página 12.
El barrio donde comenzaron los disturbios, se señala en la nota de Justo, experimentó una caída en su presupuesto equivalente a unos 60 millones de dólares. Los programas específicos para la juventud fueron reducidos allí en un 75 por ciento. La diputada laborista Dianne Abott, que representa al barrio de Hackney, señaló que "no se puede ignorar" este trasfondo de recortes en los servicios y desempleo creciente.
Pero el gobierno de Inglaterra, al igual que los de España, Portugal, Grecia e Italia, quiere tapar y borrar todo trasfondo, esconder el contexto, negar la historia, y señalar como delincuentes a los que saquean y queman negocios.
Otros delincuentes, prolijos, elegantes, racionales, condenan al hambre y la degradación a millones de personas. Nadie los ve, apenas se sabe de ellos. Son los que gobiernan de verdad, los que tienen la porción más grande del poder. Los gobiernos europeos trabajan para ellos, son sus fieles empleados. Los asquea la violencia, siempre que venga de abajo, claro.
por Pablo Bilsky
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