¿Sintonia fina o ajuste contra el pueblo y la Nación?
El ajuste kirchnerista
1. El ajuste está en marcha
Apenas pasaron las elecciones el gobierno comenzó un ajuste. Anunció que lo haría con “sintonía fina”, pero no pasa un día sin un nuevo anuncio que golpea los bolsillos del pueblo argentino.
La “quita de subsidios”, lejos de reducir las superganancias de las empresas que integran el “capitalismo de amigos del gobierno K”, va provocando tarifazos en los servicios públicos y el transporte (en la semana pasada se eliminó el subsidio al gasoil del transporte de larga distancia, y se viene el aumento de los pasajes). También va provocando la suba del precio de los alimentos, ya que la carne de cerdo y de pollo, que la presidenta promocionó en reemplazo de la de vaca, también estaban subsidiadas, al igual que los molinos harineros, y ahora el gobierno eliminó todos esos subsidios.
La presidenta llegó a fin del año pasado con el intento de ponerle un techo del 18% al aumento salarial en paritarias. El primer día de este año, Cristina K firmó un decreto de necesidad y urgencia por el que los pagos de adicionales y bonificaciones a los 300.000 trabajadores estatales se “ajustarán” a lo que decida el gobierno. A eso se suma la situación de la mayoría de las provincias y de los municipios que van aplicando impuestazos y aumentos en el trasporte (Macri aumentó hasta el 400% el ABL y el 140% el pasaje de subte), subas en las tarifas de las empresas de energía provinciales y despidos de miles de trabajadores contratados en Río Negro y cientos en varios municipios. Además, estuvo el fracasado intento en Santa Cruz de subir la edad de jubilación, conquista de los trabajadores patagónicos necesaria para poblar la región.
2. Cristina no habló de ajusteLa presidenta no habló de “ajuste” en su campaña electoral. Por el contrario, decía que la economía estaba sana y criticaba, con razón, a los gobiernos europeos por sus políticas. En esos meses de campaña, la presidenta aumentó los subsidios al grupo de empresarios “amigos”, subsidios que sólo en parte, ahí donde se luchó, se logró que gotearan para el conjunto del pueblo. Ocultó, la presidenta, la crisis energética provocada por el fracaso de su política de mantener la privatización menemista del petróleo, el gas y la electricidad, en manos de monopolios que son recaudadores y beneficiarios de “subsidios”.
También, la presidenta elogió a monopolios automotrices como ejemplo de lo que ella llama “capitalismo serio”, cuando son armadurías, con el 70 u 80% de partes importadas, lo que provoca un déficit en el comercio exterior de 7.000 millones de dólares. Benefició a la minería imperialista de manera escandalosa: vetó la ley de glaciares y no reglamentó la de periglaciares, permitiendo que sigan contaminando a vastas zonas del país, y saqueando reservas mineras, contra lo que corta las rutas el pueblo de Famatina.
Después de 8 años de lo que la presidenta llamó “crecimiento asiático”, el gobierno proclamó que había acabado con la indigencia (el hambre) y reducido al mínimo a la pobreza. Sin embargo, según la Encuesta de Hogares del propio Indec, 11.300.000 personas viven en la Argentina con menos de $ 27 por día. Con esa plata tienen que comer, vestirse, pagar alquiler, electricidad, gas y agua, y movilizarse al trabajo o la escuela. Más de la mitad de ellos, 6.000.000, deben vivir con $ 18 diarios por persona. Pese a que esta encuesta la hizo el Indec (y la realidad es peor de lo que muestra), el gobierno, después, publica cifras disparatadas y mentirosas sobre la pobreza, una inflación del 9,5% el año pasado, y una suba de los alimentos de sólo el 7,5%.
3. Terminó la fiesta electoral¿Qué pasó para que el gobierno se olvidara de su discurso exitista de campaña electoral y comenzara a aplicar un brutal ajuste?
El gobierno no se privó de nada para llegar al 54% de los votos. Cuando ya la crisis mundial había frenado el viento de cola favorable a la exportación de soja, minerales y automotores, el gobierno manoteó sin límites fondos del Banco Central y el Nación, el Anses, y hasta el PAMI, para mantener la falsa apariencia de una “economía sana”. Ahora usa ese 54% como capital político para hacer pasar el ajuste.
La crisis mundial comenzó a hacer sentir sus efectos en la Argentina al agravarse la situación de Europa, con Brasil recortando gastos por el equivalente a $ 120.000 millones argentinos, y con las dificultades de China al reducirse sus mercados en Europa y Estados Unidos.
El problema de fondo es que “el modelo K” agravó la dependencia y la concentración y extranjerización de la tierra, que son el cáncer que carcome a la economía nacional. Monopolios imperialistas o de empresarios de intermediación con distintas potencias, en muchos casos de países que están muy golpeados por la crisis, dominan las ramas principales: energía, minería, automotriz, telefonía, etc. También en el complejo sojero, con la sociedad de cerealeras, productoras de agroquímicos y grandes pooles, asociados con los grandes terratenientes.
A esta situación se le suma la gravísima sequía que golpea a gran parte de la producción agrícola, que ya venía afectada por una de las consecuencias de la crisis: la baja de los precios de los granos.
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