La vida a cambio de nada
por Fabiana Arencibia
La existencia de un decreto firmado en 2004 por el entonces presidente de la Nación, Néstor Kirchner, permite a las empresas mineras exportar minerales sin tener que ingresar al país las divisas provenientes de dichas exportaciones.
Un informe del Instituto Argentino para el Desarrollo de las Economías Regionales (IADER) basado en datos del INDEC, difundido recientemente, indica que las exportaciones de la provincia de San Juan crecieron 1.326,6% en el período 2003/2010. En él se analiza que tal incremento fue impulsado principalmente por la explotación de oro y otros metales preciosos.
Sin embargo, lo que no dice el informe es que gracias al decreto 753/2004, las empresas del sector minero están eximidas de ingresar las divisas producto de la exportación de minerales, por lo tanto -si ese dinero no reingresa a nuestro mercado de divisas- no existe exportación.
Las firmas mineras no tienen ninguna obligación de liquidar los dólares producidos al vender el oro, la plata, el cobre o cualquiera de las decenas de minerales no declarados que sacan de nuestro país.
El texto del decreto, que lleva la firma del entonces presidente argentino Néstor Kirchner, ordena: "Déjase sin efecto la obligatoriedad del ingreso y negociación en el mercado de cambios de las divisas provenientes de la exportación de productos, que fuera prevista por los Artículos 1° del Decreto Nº 2581/64 y 10 del Decreto Nº 1555/86, correspondientes a las empresas mineras".
Las empresas mineras que operan en nuestro país son todas de origen extranjero y capitales transnacionales, cuyas inversiones provienen de fondos y accionistas también extranjeros que finalmente esperan los réditos y obtienen la inmensa tajada por las ventas de los minerales que tienen cotizaciones siderales en el mercado.
Sólo con observar la información acerca de la cotización de la onza de oro, que ha alcanzado récords históricos esta última semana, se puede vislumbrar el gran negocio de estas empresas. Cabe preguntarse qué queda en las localidades afectadas por este tipo de explotación. Poco y nada, comparado con las grandes ganancias que se llevan estas empresas.
Un ejemplo de esto es la localidad riojana de Guandacol, ubicada al oeste de la provincia a unos pocos kilómetros de San Juan, sobre la ruta 40. Justamente en esta provincia vecina, en la localidad de Jachal, a sólo 10 km de Guandacol, opera la mina Gualcamayo, subsidiaria de la canadiense Yamana Gold Inc. Esta minera comenzó a operar en septiembre de 2009 y pocos meses después los habitantes de Guandacol comenzaron a notar los efectos que la explotación generaba en el ambiente. La nube de polvo proveniente de las innumerables explosiones en la montaña, cubrían el aire, se posaban en la tierra, en las plantas y en los animales. Los productores denunciaron que las plantas de nogales se estaban secando y a las vacas se les caía el pelo, algo inédito en la zona. Ese verano, las cosechas de durazno y ciruela se arruinaron casi por completo.
Con el tiempo, la nube se convirtió en algo cotidiano, al igual que las personas que padecen problemas respiratorios, alérgicos y dermatológicos. Las afecciones respiratorias aumentaron 30 % desde que comenzó la explotación minera.
En el plano económico, tampoco trajo mejoras, a los problemas de los productores ya mencionados se agrega que la minera sólo ocupa a menos de 50 personas residentes del pueblo, y los comercios tampoco incrementaron sus ventas pues la empresa no hace allí sus compras. Es decir, la economía del lugar no ha mejorado.
A su vez, como la minera Gualcamayo está en la provincia de San Juan, y Guandacol pertenece al territorio de La Rioja, tampoco ingresan a la provincia regalías por la explotación. Es decir, es la fórmula perfecta para las mineras, arruina la economía y la salud de sus habitantes a cambio de nada.
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