No hay proyecto nacional
por Fernando Herrera
Sin autocrítica, sin rever posiciones políticas que siguen desangrando a nuestro país, la Presidenta abrió el año legislativo.
El extenso discurso de apertura de sesiones ordinarias ante la Asamblea Legislativa ratificó, una vez más, la insustancialidad y la deriva ficcional del Gobierno que encabeza Cristina Fernández de Kirchner. Signada por la afectación y el histrionismo, la locuacidad de la Presidenta apenas atinó a desplegar una soporífera enumeración de datos, cifras, iniciativas y presuntas realizaciones que, vistas con rigor y en profundidad, poco tienen que ver con un proyecto nacional que responda con fuerza y determinación emancipatoria a los tiempos aciagos que corren en el mundo.
Como es costumbre, las constantes del relato oficial fueron el doble discurso, la tautología, la autosugestión. El balance fue uniforme, y los temas en algunos casos oportunos (sistema ferroviario, YPF, Malvinas…), pero no pasaron de meras menciones, fatuas y efectistas, algo ya típico en la fraseología oficial. En efecto, el “modelo” sigue su curso sin asumir los errores, los desafíos y la incertidumbre que el propio ritmo de la historia y la civilización impone a los países emergentes necesitados de alternativas a la Modernidad y la lógica del desarrollo depredador inherente al capitalismo global. Veamos brevemente algunas cuestiones.
Sistema ferroviario
La presidenta dijo, sin fundamentos, que este gobierno ha hecho mucho más que los anteriores en materia ferroviaria. Los muertos recusan sus palabras. Los números en torno a la inversión en el sector son papel mojado y no tienen correspondencia alguna con los hechos. Respecto de la masacre de Once, CFK dijo que “es necesario tener cuanto antes las pericias para determinar las responsabilidades”. Afirmación infame: las pericias -se deduce- se remiten a lo meramente técnico. Es decir, no habrá responsabilidades políticas. No hubo referencia directa alguna a las víctimas ni a los familiares de las víctimas, solo a la destrucción de los trenes, iniciado “con el Plan Larkin”. Con profesionalismo, el Gobierno se redimía de cualquier culpa. La primera mandataria mintió de manera descarada cuando afirmó que los organismos de control no objetaron la concesión de TBA. Ya se sabe que la CNRT advirtió en reiteradas ocasiones sobre el pésimo estado del Sarmiento y la incapacidad de la empresa concesionaria para garantizar la seguridad de las formaciones. Del inefable J. P. Schiavi, solo se dijo que “está enfermo”. No hubo lágrimas por las causas de Ricardo Jaime. La oscura caja de subsidios al transporte ferroviario pasó de largo. La presidenta se escudó y victimizó aludiendo a las dificultades presupuestarias (habló del “corralito”) que habrían impedido mejorar la red ferroviaria en los últimos años. Y, en un gesto de desorientación política y mala actuación. llegó a reivindicar el malogrado Tren Bala como contracara del desastre.
YPF/Hidrocarburos
El viaje relámpago del ministro español de Industria y Energía, el canario José Manuel Soria, dio sus frutos. Puso en escena un conflicto mediatizado, pero inexistente. Soria estuvo sólo doce horas en nuestro país. Se dice que también hubo gestiones del monarca español. CFK acusó a REPSOL de generar problemas de abastecimiento de combustibles, de la caída en la producción y de falta de inversiones. Una vez más, como en el caso de los ferrocarriles, no habrá responsables políticos de la crisis energética y la entrega de nuestros recursos. Todo comenzó ayer: “si no hubiésemos tenido el aumento de importaciones de combustible, la balanza comercial superavitaria hubiese llegado a los 15 mil millones de dólares”. ¿Quién es el responsable de la importación, además de REPSOL? Las concesiones las otorga el Estado y debe velar por ellas. Por otra parte, ¿habrá que recordarle a CFK que en 2006, bajo el mandato de “Él”, se aprobó la denominada “Ley corta”, que profundizó el saqueo al transferir a las provincias petroleras los permisos y las concesiones de explotación de hidrocarburos? ¿O que en 2007 Kirchner reprivatizó hasta la extinción el yacimiento más importante de nuestro país, Cerro Dragón?
Malvinas
Se malviniza la política y promueve la recuperación de nuestra soberanía sobre las Islas, lo cual es de destacar, pero a sabiendas de que los capitales que están detrás de las petroleras inglesas que operan en Malvinas hacen suculentos negocios en nuestro país (la minera Barrick Gold, como ejemplo central) con el beneplácito del Gobierno. Pero para doble discurso recordemos que el Barclays, la corporación más poderosa del capitalismo global, fue quien administró el último canje de deuda de 20 mil millones de dólares mientras el actual Vicepresidente, Amado Boudou, era Ministro de Economía. La presidenta habló de instrucciones para “nuevos vuelos” a las Islas, lo cual, de seguro, será replicado por Londres para seguir en la rosca pseudonacionalista. Por último, desdeñando una herramienta legal estratégica, la presidenta omitió referirse a la ley 26.659, impulsada por el diputado de Proyecto Sur Fernando “Pino” Solanas, y aprobada por unanimidad en ambas cámaras, la cual impone restricciones a las personas y empresas nacionales o extranjeras que directa o indirectamente participen en la extracción del petróleo argentino en las Islas Malvinas. No hay hipótesis de conflicto sobre el Atlántico Sur. No hay estrategia disuasiva en defensa. Victorias inglesas, todas.
Megaminería
La primera mandataria defendió sin ambages la megaminería a cielo abierto: “la minería genera importantes fondos para las provincias”, dijo, pero no se refirió a las irrisorias regalías que pagan las mineras ni al hecho de que las provincias mineras siguen igual de pobres que siempre. Nada se dijo del cianuro, ni del consumo exorbitante y la contaminación del agua que provocan las empresas del sector, con todo lo que ello significa para las poblaciones. En cambio, en una flagrante contradicción, CFK expresó -mientras Gioja y Beder asentían- que “es muy loable cuidar a la fauna y la flora pero primero a la especie humana de que tenga trabajo, que tenga agua, que tenga casa.” En efecto, sin referirse al marco jurídico ni a régimen económico neocoloniales con que se privilegia a las empresas, el Gobierno sigue eludiendo que las consecuencias de dicha minería -como ha resuelto el parlamento europeo- son “catastróficas e irreversibles”. Y que el perjuicio ecológico y socioeconómico que provoca es un monstruoso iceberg del que apenas hemos visto una pequeña punta.
Conflicto docente
El ciclo lectivo comenzó con paros en cinco provincias. Los gremios docentes, según la presidenta, quedaron “atrapados en la lógica de otro país, el de la carpa blanca”. Así minimizó los reclamos, al punto de cuestionar a quienes “trabajan cuatro horas y tienen tres meses de vacaciones”. Sentencia neoliberal. Mientras los legisladores oficialistas se subían el suelo un 100 %, y la política económica sigue privilegiando la concentración económica y el pago de deuda, los docentes luchan con justicia por un salario digno, acorde a la trascendencia de su trabajo.
Oposición
Como era de esperar, el kirchnerismo sigue privilegiando el antagonismo con Mauricio Macri, ahora por la cuestión del traspaso de los subterráneos. Para Macri, la trifulca es una victoria: es la política binaria (amigo/enemigo) que promueve el Gobierno Nacional lo que llevó al actual jefe porteño a la victoria en las últimas elecciones en la CABA. El kirchnerismo lo sabe, y sigue dándole aire al ingeniero. En ese marco, la presidenta volvió a tildar a la oposición de furgón de cola de los monopolios, desconociendo por completo agendas propias, emancipadoras, como la de Proyecto Sur, que desde hace años viene denunciando la catástrofe ferroviaria, las problemáticas de la megaminería y la fenomenal crisis energética que, como se ha reconocido, nos está obligando a importar combustibles por sumas millonarias.
Modelo económico
La presidenta habló del círculo virtuoso, de las mentiras del “viento de cola”, y del “consumo popular y el desarrollo del mercado interno” como ejes del modelo. Destacó el “proceso de reindustrialización” como un logro propio, sin admitir que se trata de una política que tiene su origen en la devaluación de Duhalde y la natural sustitución de importaciones que acarreó, y obviando lo m{as importante: que la industria argentina sigue en un nivel productivo paupérrimo (pensemos que de cada auto producido en nuestro país, sólo el 25% de sus componentes son nacionales). No hubo reconocimiento alguno de la dependencia ni de los límites del modelo extractivo de materias primas y bienes naturales. En cuanto a los subsidios, CFK habló de “sintonía fina” y de redireccionamiento de los mismos, sosteniendo que “la política de subsidios fue uno de los factores que permitió el crecimiento de desarrollo, no sólo de los argentinos sino de numerosas industrias.” A quienes no se refirió la presidenta es a los grandes beneficiarios de dicha política, ni de cuánto se invirtió en cada área de gobierno. Tampoco se aludió a la deuda externa ilegítima, ni al desmonte, ni a los peligros de la sojización, ni a la sistemática expulsión de campesinos y comunidades indígenas de sus territorios a causa del modelo agrario vigente. Preguntémonos: ¿qué pasaría si los precios de los commodities se desplomaran? Sin necesidad de responder, vemos con claridad las deficiencias estructurales del esquema productivo nacional, focalizado en el cortoplacismo y la renta fácil.
CFK volvió a hablar de Videla y de su política de derechos humanos, pero no quiso referirse a las recientes movilizaciones y reclamos de comunidades indígenas en todo el país. “Les pido que me ayuden”, finalizó la presidenta con lágrimas en los ojos, volviendo a la política del eslogan y la pancarta (“Fuerza Cristina”), recurso impostado donde los haya, tan utilizado desde la muerte de “Él”. En definitiva, más de lo mismo.
Sin autocrítica, sin rever posiciones políticas que siguen desangrando a nuestro país, la Presidenta abrió el año legislativo.
El extenso discurso de apertura de sesiones ordinarias ante la Asamblea Legislativa ratificó, una vez más, la insustancialidad y la deriva ficcional del Gobierno que encabeza Cristina Fernández de Kirchner. Signada por la afectación y el histrionismo, la locuacidad de la Presidenta apenas atinó a desplegar una soporífera enumeración de datos, cifras, iniciativas y presuntas realizaciones que, vistas con rigor y en profundidad, poco tienen que ver con un proyecto nacional que responda con fuerza y determinación emancipatoria a los tiempos aciagos que corren en el mundo.
Como es costumbre, las constantes del relato oficial fueron el doble discurso, la tautología, la autosugestión. El balance fue uniforme, y los temas en algunos casos oportunos (sistema ferroviario, YPF, Malvinas…), pero no pasaron de meras menciones, fatuas y efectistas, algo ya típico en la fraseología oficial. En efecto, el “modelo” sigue su curso sin asumir los errores, los desafíos y la incertidumbre que el propio ritmo de la historia y la civilización impone a los países emergentes necesitados de alternativas a la Modernidad y la lógica del desarrollo depredador inherente al capitalismo global. Veamos brevemente algunas cuestiones.
Sistema ferroviario
La presidenta dijo, sin fundamentos, que este gobierno ha hecho mucho más que los anteriores en materia ferroviaria. Los muertos recusan sus palabras. Los números en torno a la inversión en el sector son papel mojado y no tienen correspondencia alguna con los hechos. Respecto de la masacre de Once, CFK dijo que “es necesario tener cuanto antes las pericias para determinar las responsabilidades”. Afirmación infame: las pericias -se deduce- se remiten a lo meramente técnico. Es decir, no habrá responsabilidades políticas. No hubo referencia directa alguna a las víctimas ni a los familiares de las víctimas, solo a la destrucción de los trenes, iniciado “con el Plan Larkin”. Con profesionalismo, el Gobierno se redimía de cualquier culpa. La primera mandataria mintió de manera descarada cuando afirmó que los organismos de control no objetaron la concesión de TBA. Ya se sabe que la CNRT advirtió en reiteradas ocasiones sobre el pésimo estado del Sarmiento y la incapacidad de la empresa concesionaria para garantizar la seguridad de las formaciones. Del inefable J. P. Schiavi, solo se dijo que “está enfermo”. No hubo lágrimas por las causas de Ricardo Jaime. La oscura caja de subsidios al transporte ferroviario pasó de largo. La presidenta se escudó y victimizó aludiendo a las dificultades presupuestarias (habló del “corralito”) que habrían impedido mejorar la red ferroviaria en los últimos años. Y, en un gesto de desorientación política y mala actuación. llegó a reivindicar el malogrado Tren Bala como contracara del desastre.
YPF/Hidrocarburos
El viaje relámpago del ministro español de Industria y Energía, el canario José Manuel Soria, dio sus frutos. Puso en escena un conflicto mediatizado, pero inexistente. Soria estuvo sólo doce horas en nuestro país. Se dice que también hubo gestiones del monarca español. CFK acusó a REPSOL de generar problemas de abastecimiento de combustibles, de la caída en la producción y de falta de inversiones. Una vez más, como en el caso de los ferrocarriles, no habrá responsables políticos de la crisis energética y la entrega de nuestros recursos. Todo comenzó ayer: “si no hubiésemos tenido el aumento de importaciones de combustible, la balanza comercial superavitaria hubiese llegado a los 15 mil millones de dólares”. ¿Quién es el responsable de la importación, además de REPSOL? Las concesiones las otorga el Estado y debe velar por ellas. Por otra parte, ¿habrá que recordarle a CFK que en 2006, bajo el mandato de “Él”, se aprobó la denominada “Ley corta”, que profundizó el saqueo al transferir a las provincias petroleras los permisos y las concesiones de explotación de hidrocarburos? ¿O que en 2007 Kirchner reprivatizó hasta la extinción el yacimiento más importante de nuestro país, Cerro Dragón?
Malvinas
Se malviniza la política y promueve la recuperación de nuestra soberanía sobre las Islas, lo cual es de destacar, pero a sabiendas de que los capitales que están detrás de las petroleras inglesas que operan en Malvinas hacen suculentos negocios en nuestro país (la minera Barrick Gold, como ejemplo central) con el beneplácito del Gobierno. Pero para doble discurso recordemos que el Barclays, la corporación más poderosa del capitalismo global, fue quien administró el último canje de deuda de 20 mil millones de dólares mientras el actual Vicepresidente, Amado Boudou, era Ministro de Economía. La presidenta habló de instrucciones para “nuevos vuelos” a las Islas, lo cual, de seguro, será replicado por Londres para seguir en la rosca pseudonacionalista. Por último, desdeñando una herramienta legal estratégica, la presidenta omitió referirse a la ley 26.659, impulsada por el diputado de Proyecto Sur Fernando “Pino” Solanas, y aprobada por unanimidad en ambas cámaras, la cual impone restricciones a las personas y empresas nacionales o extranjeras que directa o indirectamente participen en la extracción del petróleo argentino en las Islas Malvinas. No hay hipótesis de conflicto sobre el Atlántico Sur. No hay estrategia disuasiva en defensa. Victorias inglesas, todas.
Megaminería
La primera mandataria defendió sin ambages la megaminería a cielo abierto: “la minería genera importantes fondos para las provincias”, dijo, pero no se refirió a las irrisorias regalías que pagan las mineras ni al hecho de que las provincias mineras siguen igual de pobres que siempre. Nada se dijo del cianuro, ni del consumo exorbitante y la contaminación del agua que provocan las empresas del sector, con todo lo que ello significa para las poblaciones. En cambio, en una flagrante contradicción, CFK expresó -mientras Gioja y Beder asentían- que “es muy loable cuidar a la fauna y la flora pero primero a la especie humana de que tenga trabajo, que tenga agua, que tenga casa.” En efecto, sin referirse al marco jurídico ni a régimen económico neocoloniales con que se privilegia a las empresas, el Gobierno sigue eludiendo que las consecuencias de dicha minería -como ha resuelto el parlamento europeo- son “catastróficas e irreversibles”. Y que el perjuicio ecológico y socioeconómico que provoca es un monstruoso iceberg del que apenas hemos visto una pequeña punta.
Conflicto docente
El ciclo lectivo comenzó con paros en cinco provincias. Los gremios docentes, según la presidenta, quedaron “atrapados en la lógica de otro país, el de la carpa blanca”. Así minimizó los reclamos, al punto de cuestionar a quienes “trabajan cuatro horas y tienen tres meses de vacaciones”. Sentencia neoliberal. Mientras los legisladores oficialistas se subían el suelo un 100 %, y la política económica sigue privilegiando la concentración económica y el pago de deuda, los docentes luchan con justicia por un salario digno, acorde a la trascendencia de su trabajo.
Oposición
Como era de esperar, el kirchnerismo sigue privilegiando el antagonismo con Mauricio Macri, ahora por la cuestión del traspaso de los subterráneos. Para Macri, la trifulca es una victoria: es la política binaria (amigo/enemigo) que promueve el Gobierno Nacional lo que llevó al actual jefe porteño a la victoria en las últimas elecciones en la CABA. El kirchnerismo lo sabe, y sigue dándole aire al ingeniero. En ese marco, la presidenta volvió a tildar a la oposición de furgón de cola de los monopolios, desconociendo por completo agendas propias, emancipadoras, como la de Proyecto Sur, que desde hace años viene denunciando la catástrofe ferroviaria, las problemáticas de la megaminería y la fenomenal crisis energética que, como se ha reconocido, nos está obligando a importar combustibles por sumas millonarias.
Modelo económico
La presidenta habló del círculo virtuoso, de las mentiras del “viento de cola”, y del “consumo popular y el desarrollo del mercado interno” como ejes del modelo. Destacó el “proceso de reindustrialización” como un logro propio, sin admitir que se trata de una política que tiene su origen en la devaluación de Duhalde y la natural sustitución de importaciones que acarreó, y obviando lo m{as importante: que la industria argentina sigue en un nivel productivo paupérrimo (pensemos que de cada auto producido en nuestro país, sólo el 25% de sus componentes son nacionales). No hubo reconocimiento alguno de la dependencia ni de los límites del modelo extractivo de materias primas y bienes naturales. En cuanto a los subsidios, CFK habló de “sintonía fina” y de redireccionamiento de los mismos, sosteniendo que “la política de subsidios fue uno de los factores que permitió el crecimiento de desarrollo, no sólo de los argentinos sino de numerosas industrias.” A quienes no se refirió la presidenta es a los grandes beneficiarios de dicha política, ni de cuánto se invirtió en cada área de gobierno. Tampoco se aludió a la deuda externa ilegítima, ni al desmonte, ni a los peligros de la sojización, ni a la sistemática expulsión de campesinos y comunidades indígenas de sus territorios a causa del modelo agrario vigente. Preguntémonos: ¿qué pasaría si los precios de los commodities se desplomaran? Sin necesidad de responder, vemos con claridad las deficiencias estructurales del esquema productivo nacional, focalizado en el cortoplacismo y la renta fácil.
CFK volvió a hablar de Videla y de su política de derechos humanos, pero no quiso referirse a las recientes movilizaciones y reclamos de comunidades indígenas en todo el país. “Les pido que me ayuden”, finalizó la presidenta con lágrimas en los ojos, volviendo a la política del eslogan y la pancarta (“Fuerza Cristina”), recurso impostado donde los haya, tan utilizado desde la muerte de “Él”. En definitiva, más de lo mismo.
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