DONDE HAY UNA NECESIDAD...HAY UN NEGOCIO
El habitual flujo de informaciones que nos transmite la computadora en estos días, viene cargado de buenas noticias, aunque siempre pequeñitas, cambios minúsculos y casi cosméticos que, pese a ello, en muchos alienta la esperanza de que al fin, los funcionarios comprendan las necesidades de los muchos y de los más, que sufrimos en la Argentina profunda… Que en algunas localidades y por disposición de la Justicia, los fumigadores se corran unos cientos de metros de las primeras casas… que en la ciudad de Paraná un Diputado oficialista presente un proyecto para prohibir las fumigaciones aéreas en toda la provincia de Entre Ríos… Que el Gobernador Binner ratifique que en su provincia de Santa fe no se debe plantar soja en las banquinas, cuando sabemos que están todas plantadas… y que continúan estando plantadas… Que el INTA se preocupe por acercar semillas y subsidios a cada pequeño productor de agricultura familiar que le abra su campo y su confianza… Que el ministro Randazo, ex puntero pejotista de Chivilcoy, al fin y luego de meses de luchas y de acampes, con muertos de por medio y hasta con una huelga de hambre en pleno Buenos Aires, acceda a recibir a los Qom y les prometa organizar una Comisión para hallarle soluciones al problema… O sea que se forma una comisión para tratar un tema que está claramente explicitado en la Constitución vigente. Y pese a ello, algunos consideran con candor que esa Comisión habrá de ser “un espacio para poder terminar con la represión y persecución a las comunidades”. En verdad, lo primero que se nos viene a la mente, son las palabras que alguna vez dijera el General Perón, “si quieren que algo no se sepa, no se resuelva y que no se haga nada, se forma una comisión”… Pese a nuestro escepticismo, debemos reconocer sin embargo, que las buenas nuevas chiquititas abundan en medio de un clima preelectoral que se recalienta, mientras los principales candidatos se bajan prudentemente de la carrera a la presidencia y nos dejan a los ciudadanos de a pie, con el horrible sentimiento de que nadie medianamente cuerdo quiere hacerse cargo de esa bomba de tiempo que es la Argentina sojera, encarrilada en el sentido de satisfacer el creciente apetito global por las materias primas y las comodities.
Algunos, también con razón festejaron que el Endosulfán haya sido por fin prohibido por la Quinta Conferencia de las Partes del Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes, que se reunió durante finales del mes de abril en Ginebra. Claro que es una buena noticia, aunque en nuestro país, se continúen usando otros tóxicos semejantes o peores que el Endosulfan, tales como pueden ser el 2.4D o el Paraquat. Pero lo más terrible para esas expectativas que despertó la prohibición del Endosulfan, es que el SENASA, no obstante el Convenio de Estocolmo, resolvió alegremente darle cinco años de plazo a las Empresas que aplican el veneno, que lo importan o lo comercializan, en algo que mediante un rodeo literario, denominan “eliminación progresiva”… Dice textualmente la norma propuesta por el SENASA: "Que teniendo en cuenta que no existe producción nacional del principio activo endosulfán ni plantas habilitadas para producir dicho principio activo, la supresión progresiva del uso del endosulfán en nuestro pais se implementará exclusivamente a través de una reducción gradual en la importación de dicho principio activo y sus productos formulados" Por eso en el artículado de la resolución se establece "... un plazo de 5 años a partir de la entrada en vigencia de la presente Resolución, para la prohibición total de uso, importación, elaboración, formulación, comercialización para el principio activo Endosulfan y sus productos formulados.". Nosotros nos preguntamos, si no se produce en el país ¿por que tendríamos que esperar 5 años para prohibir el uso del endosulfán, o sea hasta el 2016? Probablemente, porque para los funcionarios que presiden el SENASA, la Argentina deberá cumplir el rol sacrificial de agotar el stock de Endosulfan que producen en el mundo las Corporaciones. Recordemos que, desde el año 2003, el SENASA continúa teniendo en su presidencia al Dr. Jorge Amaya, quien alguna vez deberá justificar ante el Pueblo, no solamente este tipo de aberraciones propias de una gestión casada con los Agronegocios, sino también, los miles de muertos y de niños nacidos deformes como consecuencia de los agrotóxicos que ellos denominan con hipocresía “fitosanitarios”, y cuyo uso ha sido permitido por el SENASA. Para no ser injustos, digamos asimismo que el común de la dirigencia política, tanto oficialista como opositora y deseamos particularmente recordar el enorme y explícito respaldo del socialista Binner a este modelo productivo, digamos que el común de la dirigencia política, ha aprobado este tipo de agricultura industrial y que parece considerar males necesarios lo que nosotros llamamos un agro genocidio.
Hemos llevado como GRR durante los últimos quince años una lucha contra el sistema de agro exportación con sojización y producción de Biocombustibles, sistema respaldado desde el Estado y desde las Universidades por el reemplazo del estudio de las Ciencias por aquello otro que denominamos la ciencia empresarial, particularmente por la exacerbación de los estudios biotecnologicos. Esa lucha nuestra ha conseguido relativos e importantes éxitos en el campo de lo simbólico y de las memorias de nuestro Pueblo, pero sin poder evitar el total dominio de los espacios políticos y del poder por parte de las Corporaciones y del Agronegocio. En el campo de lo simbólico hemos conseguido instalar en grandes sectores de nuestra población un profundo rechazo por la soja, esa idea de que la soja mata es justamente, la expresión lisa y llana de nuevas Resistencias que se generan desde la necesidad del comer sano y de reestablecer los vínculos con la tierra y con los demás miembros de la Comunidad. Se han instalado en el común, asimismo, fuertes convicciones acerca del daño producido por las fumigaciones, y ello pese a los desmesurados esfuerzos realizados por los grupos profesionales, las empresas y el Estado para legitimar el modelo de la siembra directa como sustentable y hasta como ambiental. Esas son batallas que hemos ganado claramente, pero en el campo de lo simbólico. Lo mismo en el campo de la memoria, cuando somos capaces de que otros recuerden y hasta añoren la carne que comíamos antes, el gusto que tuviera en años pasados la comida de los argentinos, los paisajes perdidos borrados por la agricultura de escala, los bosques y los montes que tuviéramos hoy arrasados, los cultivos variados y la biodiversidad que alguna vez fuera nuestro patrimonio. Hemos reproducido esa memoria hasta en los jóvenes que no vivieron esos tiempos. Han sido batallas memorables tanto en el campo de lo simbólico cuanto de la memoria, victorias que prometen la posibilidad de recuperar ese país con Soberanía Alimentaria y con población en el campo arraigada a la tierra, que alguna vez tuvimos.
Lamentablemente, la ceguera y la complicidad de la dirigencia política y del grueso de los intelectuales con los criterios del Crecimiento agro exportador y de la urbanización con asistencialismo, han permitido que el modelo productivo de los Agronegocios, devenido franco neocolonialismo corporativo transnacional, se expanda y ocupe todo el espacio así como todo el territorio. La reciente capitulación y cooptación de las organizaciones campesinos minadas por un marxismo economicista y de manual, ha sido clara muestra de esa nueva hegemonía del modelo corporativo. Lo mismo el sometimiento y la obediencia debida, del grueso del movimiento por los derechos humanos, actualmente sumiso a los sueldos y a los espacios de poder, y que mira tan solo hacia el pasado y hace el juego de sancionar a algunos victimarios notables, mientras se respaldan las políticas económicas que la represión y el genocidio permitieran hacer realidad…. La hegemonía política y productiva del modelo se expresa hoy, a través de la hegemonía del discurso mediático. La feria del libro, pese al fiasco de una inicial penosa polémica con Vargas Llosa, ha sido la ocasión para que los intelectuales y escribas del sistema desplieguen sus capacidades de maniobra, con enormes respaldos editoriales y de relaciones públicas. Decenas de nombres reconocidos, exaltan un pensamiento nacional sin arraigo alguno en los grandes temas de la defensa de los patrimonios que le dieran origen a esos pensamientos en la primera mitad del siglo pasado. Este llamado pensamiento nacional es apenas una parodia triste de lo que fuera alguna vez el Pensamiento Nacional, se trata tan solo de un ejercicio actualizado y procaz de las viejas sumisiones, por parte de una inteligentzia que ha perdido el rumbo de su propia dignidad, extraviada entre los altos sueldos, las exposiciones televisivas como en 6, 7 y 8, y los halagos del poder político. A este supuesto pensamiento “nacional” pareciera que lo auspiciara la empresa Cargill, Monsanto y la Barrick Gold…
En estos días preelectorales, todo parece alcanzar un valor de mercancía y pocos son los que se animarían a quedar afuera y atravesar ese páramo que es quedarse marginados de los que ganen en octubre. Priman la cautela y las medrosidades, más que el compañerismo existen las complicidades, y es fácil para los muchos reventados por la mala vida, ocultar sus quiebres con las imágenes y los paradigmas obsoletos que han sido integrados por las nuevas políticas empresariales. De esa manera, las imágenes del Che o de Santucho, los discursos de Fidel o los viajes a Cuba, pueden ser útiles para encubrir nuevos connubios y una corrupción institucionalizada en que tergiversando a Evita, donde existe una necesidad haya un negocio… Esos discursos tramposos aumentan nuestra habitual confusión y dificultan aún más todavía la comprensión de la realidad. Nos cuesta comprender y aún más todavía aceptar, que la ocupación de todo el espacio por el modelo de los Agronegocios, justifica las que llamamos buenas nuevas, y que, en esta situación, suelen fortalecer y legitimar el sistema. Hoy el modelo puede permitirse hasta el gesto desprendido de enviar al Congreso un proyecto que limite la extranjerización de la tierra, al menos un proyecto que no sería retroactivo para la actual existencia de tierras compradas por extranjeros. Millones de hectáreas ya están en esa situación y los acaparamientos de tierra por parte de países necesitados de alimentos y de agrocombustiles, acaparamientos que auspicia el propio gobierno, no necesariamente requieren de la propiedad, sino que les basta el uso y la explotación de nuestros territorios.
El Capitalismo que se impone hoy en el mundo globalizado es por lo demás, un Capitalismo verde, un capitalismo cargado de nuevas y banales certificaciones, un capitalismo presumido de responsabilidades ambientales y supuestamente obligado a respetar protocolos que las mismas empresas se fijaron para acicalar y adecentar sus actividades de corsarios, frente a los mercados globales y a la opinión pública internacional. En ese sentido las reivindicaciones que pudieron ser triunfos hace cinco años hoy ya no lo son tanto, aún peor que ello, podrían ser las nuevas políticas que nos propone el Capitalismo verde, cuando nosotros todavía no hemos sido capaces de comprender las nuevas complejidades y renovar nuestros arsenales de propuestas. Es porque como GRR estamos convencidos de ello, que ponemos tanto esfuerzo en esclarecer la situación de neocolonialidad en que vivimos y la razón por la que nos importa destacar que debemos continuar dando la pelea en los campos de la memoria y de lo simbólico, hasta que las crisis inevitables de los mercados globales que habrán de sobrevenir, vuelvan a darnos la oportunidad que aguardamos, esa oportunidad de concretar el sueño de un país mejor, con Soberanía alimentaria y con Justicia Social.
Jorge Eduardo Rulli
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