miércoles, 9 de marzo de 2011

RADIOGRAFÍA DE LA DESNUTRICIÓN INFANTIL EN ARGENTINA


Tres de cada diez niños argentinos viven bajo el nivel de indigencia: no reciben las calorías necesarias para realizar "movimientos moderados". La situación descripta es mucho más grave en las provincias de Chaco, Corrientes, Formosa y Salta, en las que los chicos menores de 15 años que viven bajo el nivel de indigencia son más del 40 por ciento. Ese es el caso de un niño chaqueño de 12 años que suele dormirse del hambre en las veredas del pueblo de San Bernardo: no regresa a su casa porque, según cuenta, si lo hace sin haber conseguido pan para sus diez hermanos, sus padres lo golpean. Es el caso de la niña, hija de una familia igualmente numerosa que a los tres años pesa varios kilos bajo el peso normal, y como consecuencia de la desnutrición que padece, no camina: se arrastra. Tampoco habla. Son más de dos millones setecientos mil niños los que integran esa enorme franja de carencia extrema. "De no recibir ayuda externa, su supervivencia biológica elemental está comprometida.

No es sólo la pobreza la que ha arrasado el país, llegando a sumergir en la miseria a la mitad de la población. Los hogares pobres son aquellos que sus ingresos son insuficientes para adquirir la canasta básica de alimentos más algunos gastos del hogar, transporte y vestimenta. Los hogares en situación de "indigencia" son los que no ganan ni siquiera para pagar una canasta básica de alimentos "necesarios para satisfacer los requerimientos mínimos de los miembros del hogar, que le suministren las calorías necesarias para realizar los movimientos moderados", según el concepto de la OMS. Queda claro entonces, que teniendo en cuenta que el 27,7 por ciento de los niños menores de 15 años integra el universo de indigencia, el hambre arrasa.

Si uno de cada tres chicos no come lo mínimo para poder vivir - según los especialistas llegan a comer cada tres días- los pobres suman en total el 58,1 por ciento de los diez millones de chicos que hay en el país. De ellos, casi seis millones (5.727.806) son pobres. Y de estos casi tres millones (2.734.071) sobreviven bajo la línea de indigencia.

La Organización Mundial de la Salud en un reciente informe de su Programa de Nutrición explica que el retraso en el crecimiento de los niños afectados por la indigencia, y la "mal nutrición proteico-energética"- es simplemente una manifestación más de un síndrome de afectación general del desarrollo físico y mental. El retardo en el crecimiento se produce en los primeros tres años de vida y permanece la vida entera. "Estos niños tienen afectado su desarrollo cognoscitivo, con trastornos del lenguaje y del desarrollo motor, de la coordinación, bajo rendimiento escolar", sostiene la OMS.

Los más afectados por el hambre terminan padeciendo lo que los especialistas llaman el "marasmo", un cuadro caracterizado por "la pérdida de grasa subcutánea, intensa atrofia muscular y de otros órganos. Tienen la cara triste y arrugada, como la de una persona mayor".

El 27 por ciento de niños indigentes resulta de promediar los índices de las provincias más ricas y las más pobres, las del norte y las del sur. En la Patagonia, por ejemplo, el 14 por ciento de los niños no llegan a recibir la alimentación diaria mínima. En Santa Cruz la cifra del horror baja al 7,1. En Tierra del Fuego al 7,5. En la ciudad de Buenos Aires, padecen la indigencia el 8,1 por ciento de los pibes. Pero en el otro extremo las provincias más pobres sufren el impacto del quiebre económico hasta límites nunca antes registrados en el país. Así el 45,7 por ciento de los chicos del Chaco, el 44,9 de los correntinos, el 40,4 de los salteños, el 39,1 de los entrerrianos están privados de un crecimiento normal. El record en toda la Argentina se lo lleva la ciudad de Concordia donde el 53 por ciento de los menores de 15 años viven sin las calorías mínimas.
Fuente: Investigación realizada por la Consutora Equis
Diario Página 12. Viernes 24 de mayo de 2002.

CONSECUENCIAS DE LA DESNUTRICIÓN

TODA LA VIDA AFECTADA

"Un chico que no está bien alimentado no sólo está impedido de enfrentar su educación en condiciones normales, sino que tiene afectada cualquier actividad vinculada con la vida. Si debe estar pendiente de si tendrá comida o no, el efecto sobre su subjetividad es desastroso", expresó Raúl Ageno, psicólogo especializado en niños.La consecuencia inmediata de esa inseguridad es bien palpable: una angustia permanente que les impide concentrarse en sus actividades escolares y condiciona el desarrollo de su vida cotidiana.

Para Ageno, "el chico es cuerpo y psiquismo, y esos dos aspectos se influyen mutuamente. Un cuerpo sin alimentación adecuada afecta el desarrollo psíquico y subjetivo de un niño".Y aclaró que el efecto es más nocivo cuanto más pequeño. "En el caso de los niños en pleno desarrollo, las lesiones que provoca la desnutrición pueden ser permanentes porque pueden afectar su desarrollo orgánico, agregó.
Para hablar del efecto sobre la subjetividad, Ageno ejemplifica que " la vida intelectual y emocional de los niños sufren efectos permanentes, que pueden traducirse en depresión, falta de interés o de concentración, y decaimiento tanto psíquico como orgánico".

Sin entrar en el aprendizaje de lengua o matemática, para un chico que no tiene qué comer, la afección es general. "No es sólo orgánica , es psíquica. Toda su subjetividad queda afectada, porque una persona que no alcanza a cubrir las necesidades mínimas para su subsistencia mal puede desarrollar su vida en forma normal", consideró Ageno.

La carencia genera "una angustia permanente", provocada por la incertidumbre. "No saber que va a pasar al día siguiente, si va a tener algo para comer o no, puede dar lugar a la violencia, lo vemos en la sociedad, aunque la relación no es directa. Puede dar lugar a cualquier tipo de actividad para encontrar ese sustento, hasta el robo en los adultos", opinó Ageno, quien alertó: " Cuando el límite entre la muerte y la vida ha desaparecido, qué importa morir de hambre o delinquiendo".

FUENTE:
www.paginadigital.com.ar

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