domingo, 13 de marzo de 2011

Los riesgos del gas no convencional

por Félix Herrero

Maniobras que podrían generarse por el desdoblamiento de los precios recibidos por la diversidad de origen de un mismo fluido.

Argentina sufrió a partir de 2006 una intensa caída en la extracción y las reservas de gas natural. Ante ello se le presenta la posibilidad de desarrollar el gas no convencional, cuya existencia en nuestro país era conocida desde antes de las privatizaciones y es explotado desde 1970 en los Estados Unidos, donde hoy tiene una importante participación de su extracción doméstica.

¿Por qué llamar gas no convencional al emplazado en formaciones de arenas compactas y arcillas? Lo “no convencional” es debido a su forma de presentación en la naturaleza. El gas es el mismo gas natural de siempre, que todos conocemos. Sí es no convencional, sobre todo, por la técnica extractiva que requiere y por sus altos costos, comparado con el convencional.

Para el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), “convencional” significa (en una de sus acepciones) algo que es “poco original y acomodaticio”.

En nuestro país, lo no convencional está en el marco legal por el que se rigen las nuevas extracciones de gas (y también del petróleo) y la generación eléctrica más reciente, denominadas Plus. En el caso del gas se conoce como Gas Plus, sancionado en 2008.

El Gas Plus permite que se convenga el precio entre la firma extractora y la empresa compradora (mayorista, industrial, comercial e, incluso, el prestador del servicio público a los hogares), soslayando los precios administrados que fijan las autoridades energéticas nacionales.

Este precio convencional (en el sentido de resultado de “convenio o pacto” que es otra acepción del DRAE) del gas nuevo, provoca la división del “mercado” de gas natural, haciéndolo bífido.

Las autoridades nacionales de nuestro país, que está sufriendo faltantes crónicos de gas natural, se inclinaron por la solución de importar gas natural enfriado en buques que hasta ahora descargan en Puerto White, a partir de este año también en Escobar y a fines de 2011 en Montevideo, cambiando el origen y destino del gasoducto que antes sirvió para exportar gas natural argentino al Uruguay.

En cuanto a las cantidades: nuestro país podría importar alrededor de 35 millones de m3 diarios, que sumados al gas traído de Bolivia y con un consumo veraniego de 100 millones y de 135 millones en invierno, acrecienta fuertemente el porcentaje de gas foráneo.

En cuanto al precio, la tendencia es acercar el del gas plus y, sobre todo, el del no convencional, al precio del gas licuado importado o al natural traído de Bolivia. Al mismo tiempo, y por tercera vez, se anuncia en nuestro país (2004, 2006 y 2011) el gasoducto que llevaría el gas a las provincias que no lo tienen y que pagan las garrafas a valores como si el gas fuera oro.

¿Hubo antes intentos de establecer mercados de precios dobles en nuestro país? Sí, los hubo con los hidrocarburos nuevos y los hidrocarburos viejos durante el período privatizador de Menem. Los beneficios, en especial tributarios, que se preveían para el petróleo y el gas nuevo no modificaron la manifiesta decisión empresarial de las multinacionales del petróleo de extraer con las inversiones viejas realizadas por la YPF pública, y de no invertir en exploración ni afrontar inversiones nuevas en áreas de riesgo.

¿Existió en Estados Unidos alguna forma de mercado doble? Sí, lo hubo durante 99 meses pero fue necesario descartarla porque se convirtió en un nido de actos de corrupción y permitió la que fue, quizás, la mayor estafa impositiva en ese país.

¿Comprar barato, vender caro?

La historia es simple y se puede leer en la vida secreta de Marc Rich en el libro de Daniel Ammann, The King of Oil. Rich (St. Martins’s Press, 2009). Rich se convirtió en primera figura en los mercados del petróleo y de las materias primas, y como era bastante conocido fue expulsado de Estados Unidos por haber estafado al fisco en cifras insuperables. Su compañía tuvo actividades en 128 países y fue dueño de Glencore, que aún hoy es la mayor firma comercial de materias primas y sigue operando en nuestro país.

Con la crisis petrolera de 1973, el presidente Richard Nixon, con el fin de alentar la extracción interna de gas de petróleo, estableció un sistema de precios diversos para el crudo viejo y el crudo nuevo. Desde noviembre de 1973 a febrero de 1981, Estados Unidos tuvo vigentes tres precios administrados en su mercado doméstico: a) el del petróleo viejo con precios más bajos, que era el crudo operado desde antes de 1972, b) el petróleo nuevo con precios más altos (hasta el 20%), que se originaba en descubrimientos posteriores a 1973 o que superara el nivel de extracción anterior y, c) el más caro, conocido como petróleo del agotamiento, obtenido por “estrujamiento” de pozos muy maduros, casi exhaustos, cuando se lograra una extracción diaria superior a 10 barriles.

En 1973 Marc Rich ya se había convertido en el broker petrolero número uno. Como se conoce, fue quién inventó el mercado spot del petróleo (petróleo vendido al contado con entrega inmediata, en casos de excedentes y de necesidades no previstas). ¿Qué hizo para optimizar las ganancias en el mercado interno con precios regulados por el Estado? Simplemente compró petróleo a precio viejo que luego, al venderlo, lo declaraba y exportaba a precio nuevo. El precio controlado era el interno, pero en el mercado internacional no existía tal regulación, por lo que pagó al fisco estadounidense a precio de compra bajo y no al precio con el cual obtuvo generosas ganancias, de tal modo que un analista pudo afirmar que con este método Rich se convirtió en el más grande evasor de la historia fiscal del país del Norte.

En 1981 Ronald Reagan se vio obligado a derogar el decreto diferenciador de precios, porque con el establecimiento de diversos mercados en base a la extracción antigua o nueva, las firmas que se caracterizan por ser muy poco controladas y monitoreadas terminan beneficiándose con el juego intraempresario e interempresario.

El gas plus, como pasa con el petróleo, es una tentación a “convertir” en nuevo lo viejo, o viceversa, según el interés del mercado, ya que siempre se trata, como dice Ammann, de hidrocarburos químicamente indistinguibles. Por eso se piensa que las inversiones que no se consiguieron con los plus energéticos las logrará el gas no convencional que, además, no se presenta sólo en el subsuelo neuquino, sino también en las diferentes áreas gasíferas del país, según consideran algunos empresarios del sector. ¡Quién no invierte cuando los montos exigidos son menores, difícil que lo haga cuando hay que invertir sumas superiores! Esto tampoco es convencional en el caso del gas no convencional.

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