La realidad avanza por decreto, con discurso popular y
reglamentación liberal. La Argentina explotará su petróleo en sociedad con el
que tiene puede; ¿controlará el Estado al gigante norteamericano?
En Vaca Muerta el fracking llegó para quedarse. Donde no
hay grandes urbanizaciones cercanas, el riesgo de contaminación es menos
relevante que la necesidad energética.
Fracking. Hacer la perforación, inyectar agua con arena y químicos para “romper” la roca de basalto del subsuelo y liberar el petróleo y el gas allí encerrado. La técnica permite explotar los combustibles que el país ya no puede reponer en yacimientos convencionales... y dejar abierta la contaminación de napas de agua y en residuos a cielo abierto.
Extraer el petróleo de un pozo convencional (nadie los busca)
cuesta en el país unos 10 dólares; hacerlo de un pozo no convencional sale 60
dólares. Hoy el barril en Texas cuesta más de 100 dólares, y la Argentina tiene
un déficit energético de unos 13 mil millones de dólares sólo este año.
Es el dilema que se viene en la Argentina. Los entrerrianos (la
oposición, claro) ya discuten proyectos de ley para prohibir el “fracking” en su
territorio, donde YPF está explorando esa posibilidad. Santa Fe tendrá que abrir
un debate decisivo, aún sordo en los repliegues del poder. Los bajos
submeridionales están en la zona con posibilidad de ser explorada y explotada,
fracking mediante.
Bajo las banderas nacionales y populares ha venido a instalarse
un “gigante de la industria” norteamericana. Chevron, la empresa de Rockefeller,
es ni más ni menos que Standard Oil; tendrá el decretado privilegio de exportar
sin pagar retenciones, de llevarse las divisas sin pasar por el cepo. Todo en
base a un recurso no renovable; algo demasiado parecido al esquema menemista de
minería que hoy engrosa las cuentas “K”.
Los agricultores argentinos deben pagar con inflación “blue”
los insumos importados para reponer nutrientes a la tierra que explotan.
Exportan si la Casa Rosada quiere, y cobran en pesos menos retenciones. Un
singular contraste.
La necesidad tiene cara de hereje. Repsol no traía las divisas
que prometía para reponer las reservas que explotó en la “década ganada”; la
inversión la compromete ahora un gigante petrolero que impone condiciones que la
Casa Rosada solía criticar por “neoliberales”.
No hay muchas alternativas en un mundo que manejan quienes
tienen la plata y la tecnología. El gobierno nacional -este y los que vengan-
deberán demostrar si tienen capacidad para encausar la explotación privilegiando
la necesidad interna, para evitar la contaminación y para recuperar la aclamada
soberanía hidrocarburífera.
La oposición pide detalles del contrato
Críticas al decreto de Cristina
El diputado nacional Ricardo Alfonsín reclamó a “los
principales responsables del gobierno” y de YPF que concurran al Congreso para
explicar lo sucedido. “De manera casi sigilosa se firman contratos y sancionan
decretos sobre asuntos que resultan estratégicos desde el punto de vista del
interés nacional‘” recriminó.
El diputado nacional y jefe de Bloque PRO, Federico Pinedo,
señaló que decidir “decir que las grandes empresas pagarán menos impuestos que
las chicas no tiene sentido”, y calificó al decreto de Cristina como “medida
desesperada” porque “la política de arbitrariedad del kirchnerismo en materia de
energía ha fracasado”.
Martín Redrado, el economista hoy alineado con Sergio Massa,
apuntó que con el decreto de Cristina el gobierno “se pone de rodillas ante una
empresa”. Dijo que “en políticas públicas se pueden generar incentivos para un
sector” pero sostuvo que el hecho de que los beneficios “se hagan a la medida de
una empresa y que a partir de ahí salgan las concesiones, no tiene precedentes y
genera muchísimas sospechas”
Margarita Stolbizer “GEN) se preguntó “¿por qué el Gobierno le
da a Chevron esta avenida ancha para sacar dólares del país?” y recordó que
“desde la llegada de los Kirchner en 2003, la producción de petróleo cayó 23% y
la de gas, 13%”.
En un pedido de informes a la Secretaría de Energía de la
Nación, “solicitamos datos del acuerdo, como los métodos y planes de
explotación”. Así lo explicaron la precandidata a senadora nacional por Unen
Fernanda Reyes, y las diputadas provinciales y candidatas a senadoras nacionales
Magdalena Odarda (Río Negro) y Beatriz Kreitman (Neuquén).
El Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, calificó a
Chevron como “prófuga de la Justicia ecuatoriana” y afirmó que “viola derechos
humanos en ese país”, donde fue sentenciada por la contaminación de su
antecesora Texaco al medio ambiente y a comunidades originarias.
El dato
Necesidad
Los Mapuches, Neuquén y el agua
Gabriel Cherqui, uno de los referentes del grupo, dijo que
“aceptamos esa situación porque hubo un cambio de postura. Primero dijeron que
no existíamos, que éramos una mentira, que estabamos haciendo un delito”,
sostuvo Cherqui.
El ministro de Energía de Neuquén, Guillermo Coco, aseguró que
“los pozos no están en territorios de pueblos originarios, sino en campos
fiscales”, y que “los pueblos originarios están a 60 u 80 kilómetros de donde se
va a realizar la explotación”.
Reconoció que en el proceso que empleará Chevron “se utiliza
20 veces la cantidad de agua” que en la explotación convencional.
“Pero hay que tener en cuenta que estamos en la cuenca interna
más importante de agua de la Argentina, sacando el Paraná. Vamos a utilizar no
más de 0,5 por ciento de la cuenca hídrica a lo largo de 40 años, cuando para la
producción agrícola, industrial y petrolera convencional se usa 5 por ciento, y
el resto va a parar al mar”, justificó.
Coco anticipó “más gas y petróleo en el país” y “fuentes de
trabajo para Neuquén”. Cherqui dijo en cambio que las poblaciones aledañas a
Vaca Muerta no tienen agua potable hace tiempo y que el fluido surge con gusto a
nafta.
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lunes, 16 de junio de 2014
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