La
muerte de un militante político en Jujuy exige respuestas y un freno a la
intolerancia
Jorge Ariel Velázquez era
militante de la Unión Cívica Radical y tenía 20 años. Nunca más podrá ejercer
la política porque ayer murió al mediodía. Un balazo le había perforado el
riñón el 8 de agosto. Fue en el barrio Juan Pablo II, un asentamiento levantado
en la ciudad de San Pedro, a 60 kilómetros de San Salvador, la capital de
Jujuy. Un rato antes, mientras repartía boletas de la UCR, Jorge había sido amenazado
por integrantes de la agrupación Tupac Amarú, que lidera la dirigente jujeña
Milagro Sala y que tiene un historial bien frondoso de hechos violentos. Apenas ocurrido el ataque, la fiscal a cargo lo había caratulado como el robo simple de un celular. Pero ayer pasó a ser un homicidio y la provincia se convirtió en un hervidero. La campaña electoral se viene desarrollando en un clima de tensión permanente y el candidato radical a la gobernación, Gerardo Morales, suspendió su lanzamiento por luto. Ahora es imprescindible que la dirigencia argentina se haga cargo de esta muerte y esclarezca el hecho para que, al menos, se imponga el consuelo de la Justicia.
Le corresponde a la Presidenta, y además a Daniel Scioli, candidato a presidente en la misma boleta en la que Milagro Sala es candidata al Parlasur. Y le corresponde a Eduardo Fellner, gobernador, candidato peronista a la reelección y titular del PJ a nivel nacional. Como también le corresponde a la oposición estar a la altura de las circunstancias. La Argentina ya conoce el infierno en el que se desbarranca cada vez que la muerte se asocia a las batallas por el poder.
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