China. –YaleGlobal
China:
El Lado Oscuro del Crecimiento
El enfoque de China en el crecimiento rápido trae costos sociales,
ambientales y en materia de salud
Yanzhong Huang
YaleGlobal, 6 June 2013
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The dark side of growth: Forty percent
of China’s rivers are polluted (top); China, dubbed the world’s factory is
badly regulated
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NUEVA YORK: De haber sido uno de los países más pobres
del mundo a estar sólo detrás de los Estados Unidos, China está destinada a
ocupar un lugar destacado en los libros de historia. Pero la historia también
mostrará el alto precio que los chinos están pagando por la prosperidad de su
país, así como el que seguirán pagando en los próximos años.
El constante crecimiento de China frente al lento
avance de la economía mundial les ha dado a los líderes chinos lo que denominan
una “confianza firme” en su modelo de desarrollo. A pesar de que su capitalismo
fuertemente autoritario ha convencido a algunos académicos norteamericanos de
que el modelo chino es una alternativa viable para las democracias al estilo
occidental, existen autores que opinan lo contrario. Según el experto en Asia
Joshua Kurlantzik, el sistema chino es “el desafío más claro al capitalismo
democrático desde el surgimiento del comunismo y el fascismo en la década de
1920 y 1930”.
Incluso con la imagen presentada de China como un país
con una fuerza abrumadora, el gigante asiático ha sufrido múltiples crisis en
la última década. El gran tamaño de su economía y población ha multiplicado
exponencialmente los desafíos en materia ambiental, social y de salud.
El gran
tamaño de la economía y la población china ha multiplicado exponencialmente
los desafíos en materia ambiental, social y de salud.
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Un claro ejemplo es la contaminación del aire. En el
norte de China, la presencia de partículas de menos de 2.5 micrones o PM2.5 (el
tipo de esmog más dañino) ha alcanzado un nivel 40 veces mayor que el nivel
máximo permitido por la Organización Mundial de la Salud. Dicha situación
aporta graves consecuencias en materia de salud: en 2010, un estudio llevado a
cabo por la OMS y un grupo de universidades reveló que la contaminación del
aire en exteriores contribuyó a 1.2 millones de muertes prematuras en China,
las cuales representan el 40 por ciento del total global. Según un reporte
reciente del Deutsche Bank,
la calidad del aire en China empeorará en un 70 por ciento para 2025 debido al
aumento en el uso de carbón, así como de las emisiones industriales y
vehiculares. Combinadas, éstas emisiones contribuyen al 85 por ciento de la
contaminación PM2.5 en China en 2013.
La contaminación del agua es otro precio que China ha
tenido que pagar en su rápido ascenso económico. Debido a la industrialización
acelerada, así como a la falta de regulaciones adecuadas sobre el manejo de
desechos químicos, más del 70 por ciento de los lagos y ríos de China están
contaminados. Además, cerca del 40 por ciento están clasificados como
“gravemente contaminados”. Aproximadamente un cuarto de la población china vive
sin acceso a fuentes de agua potable. La OMS estima que cerca de 100,000
personas mueren anualmente debido a enfermedades relacionadas con la
contaminación del agua en China.
El
crecimiento acelerado tiene un precio. Junto con la prosperidad económica
reciente, viene una desigualdad social creciente.
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En marzo del presente año se encontraron casi 20,000
cerdos muertos en el río Huangpu, exacerbando las preocupaciones acerca de la
seguridad de la comida en China. Un estudio publicado por investigadores chinos
en 2011 reveló que más de 94 millones de personas en China se enferman
anualmente debido a bacterias encontradas en la comida, de las cuales alrededor
de 8,500 mueren. Estas cifras probablemente subestiman la magnitud de la crisis
de seguridad alimentaria en China, ya que las estadísticas de enfermedades
causadas por comida contaminada usualmente son excluidas de los reportes
oficiales. Según un estudio llevado a cabo por la Universidad Agrícola de
Nanjing en 2011, el 10 por ciento del arroz vendido en China contenía grandes
cantidades de cadmio. Algunos investigadores estiman que hasta un 70 por ciento
de las tierras de cultivo chinas está contaminada con químicos tóxicos. La
amplia producción de químicos tóxicos provenientes de la producción industrial
y agrícola ha contribuido a la contaminación del agua, el aire y las tierras de
cultivo. Asimismo, el gran consumo de estos químicos ha provocado el
surgimiento de cerca de 400 “villas de cáncer” donde la incidencia de cáncer es
inusualmente alta. Comparado con cifras de hace 30 años, China ha visto un
crecimiento del 80 por ciento en la incidencia de cáncer dentro de sus
fronteras.
El crecimiento acelerado tiene un precio.
La prosperidad económica de las últimas décadas
también se ha visto asociada con un crecimiento de la desigualdad social. Según
un reporte de la Universidad de Finanzas y Economía del Suroeste de China,
localizada en Chengdu, el coeficiente de Gini (medido en una escala del 0 al 1,
donde las cifras más altas representan mayor desigualdad) llegó a 0.61 en 2010.
Aunque es común que una economía en desarrollo acelerado experimente un aumento
en desigualdad social, el nivel de desigualdad en China es tan alto que puede
ser comparable con el de Filipinas y Rusia. Este nivel de desigualdad contrasta
de forma negativa con, por ejemplo, Japón, Estados Unidos y varios países en la
recientemente liberalizada Europa del Este. Según un estudio llevado a cabo por
Wang Xiaolu, economista del Instituto Nacional de Investigación Económica de
Beijing, ciertos analistas han estimado que el 10 por ciento más rico de China
gana 65 veces más que el 10 por ciento más pobre. La alta desigualdad económica
ha aumentado el riesgo de que China se quede en la “trampa del ingreso
mediano”, es decir, quedarse atrapada en un nivel de desarrollo inferior al de
las economías más avanzadas. Si el gobierno continúa ignorando la actual crisis
social, podría incluso enfrentar a una creciente clase desfavorecida en contra
de una minoría privilegiada.
Problemas
sociopolíticos amenazan logros de China y u liderazgo global.
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Las actuales crisis sociopolíticas en China se han
visto exacerbadas por una fuerte y continua corrupción. La transición hacía una
economía de mercado ha creado nuevas oportunidades, pero también ha aumentado
la incidencia de prácticas corruptas. Hace más de 10 años, dos académicos
chinos estimaron que alrededor del 80 por ciento de los burócratas del gobierno
chino eran corruptos y la situación no ha mejorado. Un estimado conservador del
Fondo Carnegie para la Paz Internacional, que probablemente se queda debajo de
la cantidad real, comparó el costo de la corrupción en China con un 3 por
ciento del PIB anual o alrededor de USD $200,000 millones. De forma similar a
un sistema Gresham, el cual premia el mal desempeño y lo hace más abundante que
el buen desempeño, la corrupción en China ha llegado a un nivel tal, que
prácticamente toca a todos los sectores y miembros de la sociedad. Según una
encuesta nacional llevada a cabo en octubre de 2011, alrededor del 82 por
ciento de los encuestados estuvieron de acuerdo en que China ha experimentado
una decadencia moral significativa en la última década. Ésta además reveló que
más de la mitad de los encuestados opinan que seguir estándares éticos no era
una condición necesaria para el éxito.
En un discurso pronunciado en Moscú el pasado marzo,
hablando de los modelos de desarrollo llevados a cabo por diversas naciones, el
presidente Xi Jinping señaló que “sólo el que usa los zapatos sabe si le
quedan”. Debido a que el costo social del desarrollo es cada vez más
insoportable, incluso los que se han beneficiado del crecimiento económico
acelerado han comenzado a opinar que el sistema existente ya no es el ideal
para China. Cuando Beijing se vio cubierta por un espeso esmog tóxico en enero
de 2013, una actriz china escribió: “El flujo de migrantes y todo tipo de
tentaciones en el exterior no fueron suficiente para ahuyentarme de esta
hermosa ciudad. Sin embargo, hoy no dejo de pensar: ¿en dónde podría ir a pasar
mis próximos años?”.
El llamado del régimen oficial a tener más confianza
en el sistema no ha sido acatado por los nuevos ricos de China, quienes votan
con sus pasaportes al decidir emigrar. Según un reporte del Banco de China, 14
por ciento de la población con un patrimonio mayor a CNY ¥60 millones, lo que
equivale a USD $10 millones, ya emigró y un 46 por ciento adicional
consideraría hacerlo. La falta de confianza en el sistema también es visible en
la cantidad de dinero que sale de China. A pesar de las restricciones
gubernamentales sobre el movimiento de capitales, alrededor de USD $3.72
billones salieron del país en la última década.
Es claro que hay problemas sociopolíticos profundos
amenazando los grandes logros de China. Hasta que este país no pueda solucionar
los inmensos y probablemente irreversibles costos del desarrollo, le será
imposible tomar un papel de liderazgo en el sistema internacional. Es difícil
imaginar que el país pueda recuperar su grandeza si los chinos no tienen aire
limpio para respirar, agua segura para beber, ni tierra sin contaminantes en
donde cultivar su comida. Por lo tanto, es imprescindible que China vuelva a
examinar su modelo de desarrollo y convierta en prioridad los retos
sociopolíticos nacionales. Desafortunadamente, la historia del ascenso de
China es tan deslumbrante, que su lado oscuro puede pasar desapercibido.
Yanzhong Huang es un
senior fellow para Salud Global
en el Council on Foreign
Relations de Washington, DC y
profesor asociado en la Escuela John C. Whitehead de Diplomacia y Relaciones
Internacionales. Es editor de Global Health Governance y autor de Governing Health in Contemporary
China.
Translated from English by Francisco García González
and Joskua Tadeo.
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