Los fantasmas y los pibes de Villa Ocampo
El futuro repite el pasado en estos arrabales del mundo, como dice la letra una de bella canción brasileña.
Las venas abiertas siguen existiendo por los diversos caminos del continente.
La ruta 11, la que va del sur al norte por el lado del Paraná en la provincia de Santa Fe es, quizás, uno de esos senderos en donde la historia persiste en su destino de pesadilla y en su porfiada obstinación para alumbrar esperanzas.
Villa Ocampo está en el departamento General Obligado, besándose con el Chaco y Corrientes, en el territorio que antes formó para del imperio multinacional de La Forestal.
No queda quebracho colorado. Un ecocidio que jamás tuvo responsables y siempre presenta la factura de los costos que siguen pagando las actuales generaciones. Cuando la noche se va, hay brumas y explotan los primeros colores rosados y amarillos del amanecer. Los arbolitos que se ven no tienen nada que ver con aquellos viejos y nobles productores del tanino, los durmientes y los palos tenaces para sostener los alambrados que marcaban la posesión de los terratenientes.
Villa Ocampo durante décadas vivió de la caña de azúcar y el algodón. Fue después del exilio de La Forestal.
Centenares de pibas y pibes ganaron sus primeros pesos en esas zafras pero ahora, desde la escuela secundaria, dicen que no saben qué van a hacer porque no hay qué hacer en la ciudad del norte profundo santafesino.
Hace pocas semanas, Villa Ocampo se inundó cuando cayeron casi doscientos milímetros y hubo casi un centenar de evacuados en la ciudad donde viven veinte mil personas. “Necesitamos ampliar los desagües, por eso estamos pidiendo que nos manden la máquina retroexcavadora para duplicar la capacidad de esos canales”, declaró el intendente, Enrique Paduán.
Pero Villa Ocampo tiene otro problema: no hay empresario que se haga cargo de la nueva zafra, “justo ahora que la caña se ve tan linda, tan alta”, dice una maestra que piensa en sus pibas y sus pibes que no podrán rebuscarse unos pesos en la zafra.
“En una reunión de la mesa azucarera y de desarrollo regional, la empresa INAZA anunció que no está en condiciones financieras de poder realizar la zafra 2013 en el Ingenio Arno de nuestra ciudad, lo que obliga a buscar otras alternativas para su concreción”, decían los diarios regionales.
Se buscan inversores privados pero no aparecen.
Y eso se siente en las miradas y las preguntas de las chicas y los chicos de la secundaria. ¿Qué va a pasar en Villa Ocampo si no se cosecha el azúcar?.
El futuro repite el pasado en estas huellas abiertas que dejó La Forestal.
El 19 de abril se cumplieron cuarenta y cuatro años del llamado “Ocampazo”, la gran movilización de los trabajadores de los ingenios azucareros de Villa Ocampo y Las Toscas que luego generaron la “marcha del hambre”, casi el prólogo de todos los “azos” de aquel año 1969.
En aquellos volantes y documentos de la época se lee la necesidad de expropiar los ingenios para que los estados municipales fueran capaces no solamente de llevar adelante la molienda, sino también de conservar una fuente de trabajo para distintas generaciones.
Aquella memoria de lucha se hace presente en estos días de inundaciones y anuncios funestos que dejan amarga al azúcar que no será recogida.
En Villa Ocampo, norte profundo de la provincia de Santa Fe, siguen abiertas las heridas dejadas por La Forestal pero también insisten los fantasmas rebeldes que siguen clamando por un presente donde todos tengan el derecho de ser felices y no solamente unos pocos.
Fuentes: Entrevistas del autor, Periódico “Paralelo 28”, Villa Ocampo, jueves 18 de abril de 2013 y “El Litoral”, diario de Santa Fe, jueves 18 de abril de 2013.
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