LAS RAZONES DE LA CLASE
TRABAJADORA
Muy bien, pasemos y
veamos. En el ítem “Población total según escala de ingreso
individual”, podemos observar datos muy interesantes. Por
ejemplo, que después de casi diez años de kirchnerismo, el
salario promedio de los trabajadores argentinos es de....
¡$3315!
Sí, sí, leyó bien:
el promedio salarial de los trabajadores argentinos es de $3315,
reconocido por el gobierno. Es cierto que los números que nos
bajan del oficialismo no son nada confiables, pero si ellos
mismos lo dicen... A confesión de parte, relevo de pruebas
Por supuesto que la
cosa no queda ahí. Según el Indec:
-
El 90% de los asalariados gana menos de $5460
-
El 80% gana menos de $4230
-
El 70%, menos de $3513
-
Y el 50% de los trabajadores de este país gana por debajo de los $2315
Repito: todos estos
números, según el Indec, después de 10 años de kirchnerismo ¿En
serio alguien puede hablar de “justicia social” con estas
cifras?
Según el mismo
estudio, el 10% que más gana se lleva el 29,4% de la masa
salarial, y el 10% más pobre, el 1,5%
¿Así reparten la
riqueza los K?
Veamos ahora el ítem
“Incidencia de la pobreza y la indigencia en los centros
urbanos”. Según el Indec, 6,5% de la población es pobre y 1,7%
es indigente, es decir 2.600.000 y 680.000 seres humanos
respectivamente. Ahora bien... ¿cómo mide la pobreza el
organismo de estadísticas del Estado? Pues, estableciendo
arbitrariamente (aunque lo “disfracen” para que no parezca así)
un límite para ambos casos. La “línea de pobreza”, medida a
partir de la “Canasta Básica Total”, la establecen para una
familia tipo (4 individuos) en $2055,16 y la de “indigencia” (a
partir de la “Canasta Básica Alimentaria”) para el mismo caso en
$923. Es decir, aquel grupo familiar que tiene ingresos por
$2056 no es considerado pobre, y aquél que gana $924 no es
considerado indigente. De ahí salen las cifras tan comentadas de
lo que se necesita por día para no caer en esas tremendas
categorías sociales: $68,50 pesos diarios para no ser pobre,
$30,76 para no ser indigente, lo cual, por persona y por día, da
$17,12 y $7,69 ¿Alguien puede creer que aquél que gana $18
diarios no es pobre, u $8 por día no es indigente?
La realidad es otra,
muy lejos de la mentira y la insensibilidad social del gobierno.
Es una patada a la dignidad obrera plantear que alguien puede al
menos comer con $8 diarios. Por eso hay quienes hablan de muchos
más pobres en Argentina. Y si tomamos como medida las
aspiraciones básicas que todo ser humano tiene, debería tomarse
como línea de pobreza no la “canasta alimentaria” humillante que
propone el gobierno, tampoco la “canasta básica”, sino la
“Canasta Familiar”, que los sindicatos calculan en alrededor de
$6500.
Bien, si así fuese,
la realidad que el mismo gobierno reconoce deja al 90% de los
asalariados por debajo de esa línea.
A todos esos datos
hay que agregarle:
-
Los 5.475.814, de trabajadores en negro, según confesión de la presidenta, sin ningún tipo de cobertura social ni seguridad laboral
-
La vergonzosa jubilación mínima que cobran el 80% de nuestros viejos, de $1880
-
El no menos vergonzoso salario mínimo de $2875
Por supuesto, todo
esto se da en el periodo en que los empresarios, financistas,
banqueros y buitres de la Bolsa se llenaron los bolsillos como
nunca antes, según palabras de la propia presidenta. El manejo
de los números que describen la realidad social deja bien en
claro los intereses que defiende el gobierno. Y justamente no
son los de los trabajadores
¿Hay entonces
razones para parar?
Por supuesto que sí,
más allá de las reivindicaciones puntuales que se han difundido
hoy, como la suba o la eliminación del mínimo no imponible por
el cual este gobierno cobra un “impuesto al salario” (una
verdadera herejía para un gobierno que se declama “de los
trabajadores”), o las universalizaciones de las asignaciones
familiares a las que el kirchnerismo le puso techo. O la
vergonzosa ley de ARTs que el oficialismo votó junto con el PRO
para hacerla más antiobrera que la que rigió desde los nefastos
90.
Esas razones sobran
para haber adherido al paro del 20 de noviembre, por más que la
presidenta despotrique y muestre su bronca en cualquier acto
ante la protesta. Después, por supuesto, podemos hablar de la
composición de los convocantes, de los cuales nadie podrá decir
-más allá de las simpatías u odios que despierten- que no tienen
influencia en las masas obreras. Es obvio que las aspiraciones o
posicionamientos políticos de quienes encabezaron la jornada de
protesta son de lo más disímiles, muchos son impresentables e
incluso la mayoría van detrás de opciones patronales. Sin
embargo, lo importante que hoy produjeron, fue reivindicar la
inapelable realidad que el mismo modo de producción capitalista:
y es el poder de la clase trabajadora, que puede paralizar una
sociedad cuando se harta de ser explotada.
Por eso, lo
fundamental de esta jornada de protesta que ha tenido alto
acatamiento, es que ha puesto a la clase obrera otra vez en el
centro de la escena. Dependerá de quienes soñamos con una
sociedad sin explotadores ni explotados lograr la unidad
política para sí, de quienes producen la riqueza que
otros disfrutan
Gustavo Robles
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