lunes, 12 de mayo de 2014

A 40 años de su asesinato, el pueblo recuerda al padre Mugica
Se cumplen cuatro décadas desde que el cura fuera asesinado. Su opción por lo pobres y su tarea social lo inmortalizaron en la memoria de miles de argentinos.

Las paredes de la Villa 31 cubiertas de afiches, pintadas y murales gritan la memoria del padre Carlos Mugica, que hoy a cuarenta años de su asesinato sigue vivo en el testimonio de tres generaciones de vecinos de este inmenso conglomerado de ladrillos y cemento. "Mugica fue un vecino más, fue mi hermano. Dejó todo privilegio para unirse a los pobres, y lo hizo caminando el barrio, participando de las reuniones de vecinos y vinculándose a los dirigentes", dijo Teófilo Tapia.
Con 72 años, este jubilado portuario vive desde 1962 en el barrio de Retiro, resistió junto a unas treinta familias las topadoras de la dictadura en 1978 y desde hace años está al frente del Comedor Padre Mugica, que llegó a la villa en 1964 y "se relacionó con los vecinos hasta tal punto que pasó a ser uno más de nosotros".
"Más tarde se acercó a los militantes de la Juventud Peronista Montonera, que era la que más auge tenía en el barrio en los 70, y a otros dirigentes barriales con quienes compartía la forma de ver las cosas", sostuvo Tapia. Para el hombre, compañero del cura y con quien cumplía la función de asistente o monaguillo, "muchos vecinos que iban a las misas de Mugica expresaban el anhelo por la vuelta de Perón".
"Mugica sufría por el enfrentamiento que había habido entre la Iglesia y Perón, antes de que éste fuera derrocado. El decía: cómo puede ser, el pueblo es católico y se queja de la cúpula de la Iglesia", evocó Tapia, al recordar las encendidas discusiones que en esos tiempos se daban al interior de las asambleas barriales.
Para el vecino, que nunca dejó de ser delegado y militante social de la 31, Mugica "se identificó con el peronismo porque vio las necesidades que tenía la gente y encontró que ese movimiento político era el que le deba respuestas a los más pobres, por quienes él había decidido dejar todo".
Nancy Aguirre participa activamente de "Virgen de Luján", una de las tantas capillas que hay en el barrio, y recuerda una frase de Mugica: "Dios: sueño con morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos".
"La frase es la que más habla de quién era Mugica", reflexionó Nancy, que no conoció al cura, pero tiene interiorizado su mensaje.
Mientras se dirigía a la capilla Cristo Obrero, a cargo del cura Guillermo Torre, y centro de las actividades que se organizan para el homenaje de 11 de mayo, Nancy fue dejando atrás una secuencia dibujos en las paredes que recuerdan hoy al cura y también de frases: "40 años de su sangre derramada"; "luchar, crear poder popular" y "luchar por vivienda digna".
Nelson Bordón, de 43 años, hace 25 levantó junto a un grupo de integrantes de la colectividad paraguaya la mayor de todas las comunidades en Villa 31. "Llevamos a Mugica como escudo, por su lucha. Sabemos que es un buen hombre que dio la vida por su patria y que por eso lo bajaron", dijo el hombre que tiene un almacén frente a la iglesia.
Por el aniversario, "estamos organizando un homenaje en el centro mismo de la villa, en la canchita, lugar ideal para recordar a Mugica, que era un gran hincha de fútbol".
Ninguno de los que rememoraron su historia dijeron conocer a las circunstancias de su muerte, el 11 de mayo, cuando fue acribillado a balazos al salir de una misa que ofició en la iglesia San Francisco Solano, en el barrio porteño de Mataderos.



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