A 40 años de su
asesinato, el pueblo recuerda al padre Mugica
Se cumplen cuatro décadas desde que el
cura fuera asesinado. Su opción por lo pobres y su tarea social lo
inmortalizaron en la memoria de miles de argentinos.
Las paredes de la Villa 31 cubiertas de
afiches, pintadas y murales gritan la memoria del padre Carlos Mugica, que hoy
a cuarenta años de su asesinato sigue vivo en el testimonio de tres
generaciones de vecinos de este inmenso conglomerado de ladrillos y cemento.
"Mugica fue un vecino más, fue mi hermano. Dejó todo privilegio para
unirse a los pobres, y lo hizo caminando el barrio, participando de las
reuniones de vecinos y vinculándose a los dirigentes", dijo Teófilo Tapia.
Con 72 años, este jubilado portuario
vive desde 1962 en el barrio de Retiro, resistió junto a unas treinta familias
las topadoras de la dictadura en 1978 y desde hace años está al frente del
Comedor Padre Mugica, que llegó a la villa en 1964 y "se relacionó con los
vecinos hasta tal punto que pasó a ser uno más de nosotros".
"Más tarde se acercó a los
militantes de la
Juventud Peronista Montonera, que era la que más auge tenía
en el barrio en los 70, y a otros dirigentes barriales con quienes compartía la
forma de ver las cosas", sostuvo Tapia. Para el hombre, compañero del cura
y con quien cumplía la función de asistente o monaguillo, "muchos vecinos
que iban a las misas de Mugica expresaban el anhelo por la vuelta de
Perón".
"Mugica sufría por el
enfrentamiento que había habido entre la Iglesia y Perón, antes de que éste fuera
derrocado. El decía: cómo puede ser, el pueblo es católico y se queja de la
cúpula de la Iglesia ",
evocó Tapia, al recordar las encendidas discusiones que en esos tiempos se
daban al interior de las asambleas barriales.
Para el vecino, que nunca dejó de ser
delegado y militante social de la 31, Mugica "se identificó con el
peronismo porque vio las necesidades que tenía la gente y encontró que ese
movimiento político era el que le deba respuestas a los más pobres, por quienes
él había decidido dejar todo".
Nancy Aguirre participa activamente de
"Virgen de Luján", una de las tantas capillas que hay en el barrio, y
recuerda una frase de Mugica: "Dios: sueño con morir por ellos, ayúdame a
vivir para ellos".
"La frase es la que más habla de
quién era Mugica", reflexionó Nancy, que no conoció al cura, pero tiene
interiorizado su mensaje.
Mientras se dirigía a la capilla
Cristo Obrero, a cargo del cura Guillermo Torre, y centro de las actividades
que se organizan para el homenaje de 11 de mayo, Nancy fue dejando atrás una
secuencia dibujos en las paredes que recuerdan hoy al cura y también de frases:
"40 años de su sangre derramada"; "luchar, crear poder
popular" y "luchar por vivienda digna".
Nelson Bordón, de 43 años, hace 25
levantó junto a un grupo de integrantes de la colectividad paraguaya la mayor
de todas las comunidades en Villa 31. "Llevamos a Mugica como escudo, por
su lucha. Sabemos que es un buen hombre que dio la vida por su patria y que por
eso lo bajaron", dijo el hombre que tiene un almacén frente a la iglesia.
Por el aniversario, "estamos
organizando un homenaje en el centro mismo de la villa, en la canchita, lugar
ideal para recordar a Mugica, que era un gran hincha de fútbol".
Ninguno de los que rememoraron su
historia dijeron conocer a las circunstancias de su muerte, el 11 de mayo,
cuando fue acribillado a balazos al salir de una misa que ofició en la iglesia
San Francisco Solano, en el barrio porteño de Mataderos.
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